Cinco datos que no conocias de la consagración de Argentina en el Mundial

¿Hasta qué hora serán los festejos de la Selección Argentina en el Monumental?
Casi tres meses han pasado desde que la Selección Argentina liderada por Lionel Messi se consagró campeona del mundial de Qatar. Tres meses de un antes y un después para un país y un equipo que esperaron 36 años para bordar la tercera estrella en su escudo. Con el paso de los días, las noticias y las intimidad de dicho grupo fueron saliendo a la luz. Sin embargo ahora, de la mano con Alejandro Wall y Gaston Edul llega La tercera. Un libro que pretende ampliar el panorama de vivido en Qatar, desde dentro como desde fuera.
Con el objetivo de conocer a fondo, lo que impulso a esta selección, los momentos de intimidad y como un entrenador sin experiencia se ganó la confianza de todo un país. Una historia que comenzó con la Copa América 2021 y que hasta el momento lleva tres títulos en su nombre.
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Cinco datazos sobre la Selección Argentina en el Mundial según «La tercera»

La duda de Scaloni y la banca de Messi tras clasificar al mundial de Qatar
Esa noche, después del partido en San Juan contra Brasil, Scaloni sintió que tenía que hablar con Messi antes de que regresara a París. Lo que venía era difícil porque la expectativa era demasiado grande. Había que sobrellevar esa responsabilidad. Había ansiedad, también temor.
-Leo, la gente está muy entusiasmada con esta Selección, lo que se generó es muy fuerte y la desilusión también puede ser muy fuerte -le dijo a Messi.
-¿Qué importa? Seguimos, seguimos porque seguramente va a ir bien. Y si no va bien, no pasa nada. Hay que intentarlo.
El choque entre el cuerpo técnico y el plantel que terminó uniendolos más en la Copa América
Así como Brasil 2019 tejió los vínculos entre los jugadores, produjo el mismo efecto entre ellos y el cuerpo técnico. Comenzó a forjarse una forma de comunicación hacia afuera y hacia adentro. También mostró una forma de conducción de Scaloni, que entre la derrota inicial contra Colombia por 2-0 y el siguiente partido contra Paraguay, que terminó 1-1, metió cuatro cambiios. El episodio mereció una charla colectiva. Las modificaciones se conocieron antes por la prensa, eso no podía volver a pasar. La obsesión para que no hubiera más filtraciones duraría hasta el Mundial.
Lo que nadie vio del tan famoso «anda pa ya, bobo»

En la pantalla de TyC Sports se veía a Messi moviendo la cabeza de abajo hacia arriba, con cara de enojado, con un ‘salí de acá’ gestual. Pero Weghorst insistía: “Come here, come here”, le gritaba. Eso no salía al aire. Sin saber quizá que ya estaba conectado, o sin importarle que la cámara lo estuviera tomando y que los micrófonos estuvieran abiertos, Messi lanzó su frase más popular. “Qué mirá, bobo, qué mira, bobo. Andá, andá pa’ allá, bobo”. No hizo falta nada más. Su imagen se retuiteó, se instagrameó, recorrió el mundo. Ya nadie podía dejar de decir “andá paya, bobo”.
El momento donde Messi paralizado al país con su posible lesión
Cuando Messi recibió de espaldas al arco que tenía que atacar, al lado del banco de suplentes croata, y lo fueron a encimar dos jugadores. Uno de ellos fue Borna Sosa. Después de esa jugada, Messi se agarró la parte posterior de su muslo izquierdo, el isquiotibial. No se distinguía si se masajeaba para aflojar o si se estaba metiendo el dedo ahí para ver si tenía una lesión. Messi no miraba al banco, pero el banco lo miraba a él: era el para el único que tenía ojos Daniel Martínez, el médico, lo seguía. Cada 20 segundos, Messi se tocaba. Una camilla llegó a prepararse por si hacía falta atenderlo. Pero Messi seguía sin mirar al banco de suplentes, ni siquiera se había acercado, no había pedido que lo masajearan. Nada de nada: sólo se tocaba la pierna durante un tiempo que resultaba interminable.
Minutos después, el penal generado por Julián Álvarez, y con un cobro perfecto, todo regresaría a la normalidad y las alarmas cesaría. Con el gol, con Messi recuperado la Selección Argentina entraba en clima del mundial. “Fue un golpe”, diría Messi después, para más tranquilidad aunque no se veía algo parecido en la jugada previa.
Un jugador con alma de entrenador, lo que nadie esperaba
Era otra vez Messi, que pateó unos segundos después su penal más fuerte del Mundial. De zurda, cruzado y bien arriba. Se lo habían recomendado el día previo tando Dibu Martínez como Gerónimo Rulli, que conocían mucho cómo atajaba Livakovic, un especialista en penales. Rulli hablaba mucho con Messi. No sólo con Messi, también con el resto de sus compañeros. Tiene vocación de entrenador, de esos futbolistas que por su formación intelectual van camino a ser técnicos. Su mirada era importante afuera de la cancha, los jugadores lo escuchaban. Es parte de los roles que también se arman en los grupos. En 2018, después de haber quedado afuera de la lista para el Mundial de Rusia, Rulli fue a la inauguración de una biblioteca futbolera en La Plata, su ciudad. Ahí habló de perseverar en lo que se busca, sin miedo. “Mi próximo sueño -dijo- es ser arquero de la selección argentina junto a Messi en el Mundial de Qatar 2022 y voy a lograrlo”. Y ahí estaba.
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